En Busca del San Gabriel
Son las 14:00 horas del día Sábado 10 de Septiembre, Nos encontramos en el sector el Boyenar en el cajón del Maipo, como nos había dicho nuestro gran amigo Miguel Carrasco, Rosario Malba y yo, José, El día estaba medio soleado, con pronostico de nublado y posible chubascos en la noche; nos habian dicho que debiamos subir por el lado oeste de una quebrada, el problema era como pasar al otro lado de cerco sin tener problemas con la gente que cuida los diferentes fundos del sector. Primero fue el Fundo el Ingenio, estuvimos gritando, llamando como media hora, nadie salió, pero un bullicio de perros nos conminó a irnos y buscar otro sector donde pasar, seguimos camino en el Jeep de Rosario, como 500 metros mas adelante y encontramos otra casa de fundo, la misma cosa, nadie salió, pasamos al frente para consultar con alguien y una señora muy amable nos indico que no daban permiso, que la gente no era muy amigable. Ante esta situación, le pedimos permiso para guardar el Jeep en su patio, a lo ella acepto sin problemas. Luego caminamos hacia el Fundo el Ingenio, y pasamos el cerco furtivamente, luego otro cerco y sorpresa, en ese momento nos salió un señor que nos dijo que estábamos en propiedad privada y todo lo demás, con eso sin abandonar el cerco seguimos, como devolviéndonos, y encontramos lo que parecía la quebrada que Miguel nos había dicho, comenzamos a seguir un sendero que iba paralelo a la huella de agua, con algunos problemas en algunos puntos, Rosario anduvo con algunos resbalones pero sin consecuencias posteriores, después de mucho andar, nos llevamos la segunda sorpresa del día, un camino ancho subía serpenteando por la quebrada, al ver que era seguro lo seguimos y así evitamos rasguños y resbalones en medio de tanto arbusto espino y roquerio lavado por el agua, la subida se hizo cada ves mas empinada, cansadora, pero la voluntad era fuerte, como a las 17 horas, comenzó a nublarse, los cielos emplomados se veían amenazadores, debíamos acampar antes que oscureciera, pensábamos que llegaríamos a lo que llamaban Meseta antes que anocheciera, íbamos en buen camino pero no era el lugar que Miguel nos había indicado, ante la duda, optamos por seguir subiendo hacia el filo Este, buscando la gran quebrada, que indicaba el mapa del Handbook, y el Libro de Purto, en ese momento comenzaron a caer los chubascos de nieve pronosticados, Rosario se veía cansada, Malba, iba adelante, buscando camino, yo al medio mirando a Rosario que no desfalleciera, hacia frió y anochecía rápidamente. Al llegar al filo en donde creíamos estar cerca de la Meseta, nos dimos cuenta que nos habíamos desviado, a esa hora nevaba copiosamente, decidimos acampar en ese lugar, después de una hora ya estábamos en el interior de la carpa mientras afuera la nieve caía en forma tupida.
Dejo de nevar como a las 23 horas, el cielo comenzó a despejarse, pero el frió iba en aumento, preparamos una “sopita” tomamos te, pan amasado que con el frio se endurecio, en otras palabras almorzamos en la noche, ya que durante el día solo habíamos picado ración de marcha, jugo y agua.
En algún momento nos preguntamos como siempre en estos casos ¿Qué cres......... estábamos haciendo ahí? Con frió algo de hambre la incomodidad propiadel alojamiento en una carpa, comer dormir, y capear el mal tiempo, con frió y la duda si estábamos en el lugar correcto o no, tras una larga caminata en ascenso que nos dejo “chatos”, extrañamente, la respuesta siempre es la misma “el contacto directo con la naturaleza, nada lo paga” bueno ahí estábamos rumiando nuestros pensamientos mientras, conversábamos de lo humano y lo divino, fue un momento cálido, casi místico, afuera nevaba, soplaba el viento y el aire era gélido, serian mas de las 12 de la noche cuando decidimos apagar la luz y tratar de dormir, que como dije antes no fue fácil, ya veíamos volar el cubre techo, y un plástico con el cual cubrimos las mochilas que quedaron a la intemperie, en realidad fue una intensa aventura. Ansiábamos que llegara el día, pusimos la hora de levantada a las seis, pero a esa hora el viento era congelante, nos costo levantarnos, como a las siete nos dimos valor y nos ordenamos dentro de la carpa, de donde admirábamos los picachos que el día anterior no tenían nieve y en ese nuevo día eran un espectáculo blanco digno de una postal, águilas se enseñoreaban en el cielo y el aire se olía fresco y limpio, era reconfortante sentir ese amanecer muy prometedor, para nuestra segunda parte de la aventura, El San Gabriel. Después de un conversado desayuno y de ver a Rosario envuelta en su traje de osito rosado, grueso cálido y casi impenetrable por el frió, aunque inexplicablemente ella igual sintió frió. Nos dimos animo y fuerza y nos levantamos, hora: 7 de la mañana, desde la orilla del filo miramos el camino recorrido, y nos convencimos que nos habíamos desviado del sendero a la bendita meseta. Estábamos contemplando la quebrada, cuando a lo lejos Rosario noto dos figuras subiendo por el camino que nosotros el día anterior debimos haber tomado, eran Miguel y Jhon que chalupeaban, camino a la meseta, tocamos un silbato gritamos hasta que nos vieron, y cambiaron el rumbo hacia nosotros, al verlos nos sentimos mas tranquilos, el grupo estaba completo, Jhon “cumbre” Monroy y Miguel “Cabra de monte” Carrasco, con todo respeto (Miguel ¿Cómo lo haces para caminar tan rápido y equilibrado en el cerro?, Buena pregunta) bueno en cierto modo queríamos ver luego a Miguel, que es el guía técnico espiritual, carismático de este grupo de montañistas (¿le puse mucho parece?).
Tras los saludos y ponernos al día de lo que debimos hacer y lo que no, nos organizamos para partir en pos del San Gabriel, Rosario se quedaría en el Campamento, siendo las 9 de la mañana y aperados con agua y ración de marcha, partimos, en el camino fuimos viendo las falencia, Jhon, no tenia lentes de sol, quien escribe, no lleve polainas, miguel tampoco, y nadie se acordó del Protector Solar, quedamos como jaiva, durante la marcha y como es costumbre cada vez que Miguel nos guía, comenzamos a caminar por senderos para cabras monteses, la nieve se iba engrosando a medida de avanzábamos, la idea era recuperar lo que no hicimos el día anterior, y mantener la cota que ya teníamos en el campamento, y seguir subiendo, poco a poco, nos fuimos enfrentando a empinadas laderas nevabas, el sol no sorprendió al llegar al filo que daba con el sendero hacia el San Gabriel, nieve, nieve y nieve, mas el sol, la marcha comenzó ha ser cada vez mas agotadora, a ratos unas fotos, uno que otro chiste un sorbo de agua, y caminar y caminar, Miguel nos recordó la técnica de marcha del relevo del guía, cada cierto tramos, el primero pasaba al final y así sucesivamente. La nieve se hizo mas gruesa pero blanda, el hacer camino fue agotador, de pronto nos encontramos con la blanca capa hasta las rodillas, después de un largo periodo de chalupear, descansamos, nos cambiamos ropa, nos hidratamos, comimos y evaluamos la situación, nos dimos cuenta que seria imposible con esa cantidad de nieve dar la vuelta al cerro y llegar a la Cumbre del San Gabriel, así que optamos por llegar a la que creo, era la tan nombrada meseta, miguel volvió antes, para preparar la bajada, nosotros seguimos hasta el final del camino, sobre una cumbre que me gustaría saber que cerro es, Jhon Malba y yo, decidimos llegar solo hasta ese lugar, fotos, descanso, contemplar el paisaje para luego volver sobre nuestros pasos, con el sol a nuestras espaldas. Me dejo intrigado las huellas de un puma que tuvimos siempre a la vista, se perdieron a lo lejos camino al Cerro Sal Lorenzo que se veía imponente, pienso que pudimos haber puesto como objetivo ese cerro, con mas tiempo, y probar en otra salida el San Gabriel que nunca vimos.
Ya de vuelta en el campamento, Rosario y miguel nos prepararon una suculento almuerzo, solo en ese momento me acorde que tenia mucha hambre, igual que todos los demás me imagino..., la bajada fue rápida, Rosarito, cansada trato de seguirnos, felicitaciones amiga Rosario, eres genial, quien persevera alcanza.
Ya en la base del cerro, nos encontramos con la dueña del sector que molesta nos pregunto de donde veníamos y por donde habíamos subido, tras algunas palabras de Rosario, calmada y gentil, nos dejo salir por donde el día anterior nadie salió para pedir permiso.
Hasta aquí llego la aventura, fueron dos días muy intensos, un trabajo en equipo que a pesar de no cumplir con el objetivo, fue muy satisfactorio, unidad, calidez, confianza, y mucha amistad.
Gracias a todos por esta aventura
Y ahora ¿Dónde vamos?
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